La interiorista Blanca Fabre ha renovado este piso madrileño convirtiéndolo en una casa sofisticada y cómoda. Cada uno de los espacios, amplios y armónicos, destilan una atmósfera clásica no exenta de frescura y con mucha personalidad.
La interiorista Blanca Fabre posa ante una escultura de pared obra suya, realizada con una plancha de roble y piritas del desierto. En todos sus proyectos mima la elección de cada detalle. ¿Un ejemplo? Los huevos de cristal de Murano años 50 –imagen inferior–, situados en la mesa de centro.
Principios simétricos
Bajo una composición de fotografías de los años 40 y 50, sofá tapizado con tela de Güell-Lamadrid. De esta misma firma son las cortinas.
La mesa de centro está diseñada por Blanca Fabre en acero y cristal negro. La butaca de tubo –italiana años 60– y el taburete tapizado con pelo de yak proceden de Alejandro Fauquié. Sobre el sillón Luis XVI, cojines de Cucs.
En las hornacinas, esculturas con luz, en cristal de colores y plomo, ideadas por la interiorista y el escultor Fernando Fabre.
La entrada, con mucho efecto
El techo dibuja una fosa circular iluminada con LED y, en el suelo, destaca la alfombra Zap, de Fiona Curran para The Rug Company, en BSB. El mueble bar fue realizado por Felipe Lindberg a partir de un diseño de Blanca Fabre, combinando laca, galuchat y pergamino. La escultura sobre la peana negra es una obra de Fernando Heras.
¡Qué elegante conexión!
El espacio compartido por zona de estar y comedor puede separase de facto mediante unas grandes hojas correderas de acero y cristal, diseño de la interiorista. La alfombra, creada también por Blanca Fabre, se repite, como nexo entre ambos ambientes.
Neutros en el comedor
Excelentes acompañantes de las piezas más llamativas, como las dos mesas cuadradas, hechas a medida en laca negra con rayas de pan de oro en el pie, y las sillas de roble –diseño de Blanca Fabre– con tela de Güell-Lamadrid. El espejo, de los años 70, procede de Slou.
El secreto de la armonía formal
Dos mesas, dos lámparas –realizadas por Felipe Lindberg según diseño de la interiorista–, dos estanterías... La simetría ordena el espacio y deja la sorpresa al banco, extralargo y tapizado en neopreno gris. Sobre él, varios cojines de C&C Milano. El cuadro, obra de Fernando Fabre, imprime una gran carga estética.
Materiales exclusivos
La cama, diseñada por Blanca Fabre y tapizada en ante, se apoya en un panel de cuarterones de piel de anguila realizado por Javier Alcaraz. Sobre él, una obra de Fabián Lainez adquirida en Anmoder.
La alfombra es un diseño de Kelly Weastler para The Rug Company, en BSB, y la colcha se hizo con una seda de Jim Thompson.
Distribución muy actual
Lavabo y tocador se integran abiertamente en el dormitorio. El lavamanos de cristal descansa sobre una encimera de mármol de Carrara. En primer término, una butaca de los años 40, tapizada en rojo, con un cojín étnico de Tailak.
Ideas de la interiorista
Iluminación muy estudiada
Se decidió utilizar focos empotrados orientables, que se encargan de la ambientación general. Algunos se dirigen hacia puntos concretos de interés, como las obras de arte. Además, compuso un golpe de efecto creando foseados en el techo de algunas de las estancias –precioso el circular del hall– e instalando LED en su interior. Y, por supuesto, también se dispusieron atractivos modelos de lámparas de pie y mesa.
Texturas con carácter
Los textiles, la mayoría de tonos neutros, constituyen un variado e interesante repertorio de texturas diversas: neopreno, ante, crin, seda, franela, pelo de yak, lana tibetana en las alfombras...
Aunque en la reforma poco quedó en pie, esta vivienda mantiene esa serena elegancia clasicista del siglo XIX, cuando fue construido el edificio. El excelente resultado –una casa amplia, luminosa y cómoda– es obra de la interiorista Blanca Fabre. Se derribaron todos los tabiques para empezar de cero: la distribución se modificó para adaptarse a los nuevos propietarios, se cambió el lugar de la cocina, se subieron los techos y los vanos de las puertas, y lo que antes fueron cinco pequeños cuartos ahora son tres dormitorios, dos de ellos con baño integrado. «Mi objetivo principal fue que los espacios resultaran lo más amplios y abiertos posible», nos comenta.
Una de las formas de lograrlo fue conectando salón y comedor mediante unas ligeras puertas de acero y cristal de gran tamaño –miden 2,50 m de alto–. Estas, como otros elementos de la vivienda –librerías, mobiliario, alfombras o incluso creaciones artísticas–, son diseños de la interiorista que se encargan de poner carácter y singularidad a la decoración. Además, proporcionan un plus de elegancia, potenciada por la convivencia con materiales muy atractivos: tarima de roble mateada, piedra de sierra Elvira en la entrada, rodapiés y embocaduras de las puertas lacados en negro... junto a una paleta de tonalidades neutra que dejan comofocal points los complementos y las obras de arte.