En un entorno privilegiado, el madrileño monte Abantos, esta vivienda de los años cuarenta acoge interiores plácidos y elegantes, rodeados por un jardín espléndido. Disfrutar de su contemplación a placer y en todo momento guió la luminosa reforma que se ha realizado.
Una gran alfombra –el modelo Greek Key de The Rug Company– da la bienvenida a este espacio abierto al salón, por un lado, y al comedor, por otro. El blanco dominante resalta la calidez de los peldaños de madera y del pasamanos, forrado en terciopelo rojo.
Fachada con sillares de granito
La casa, que mantiene en su fachada los sillares de granito y el revoco ocre típicos de El Escorial, se rodea de un jardín con mucho encanto. En él se han realizado nuevas plantaciones de boj, magnolios, glicinias, liquidámbar, cipreses, camelias..
Pozo de agua en piedra
La finca cuenta con pozos y fuentes que recogen el agua que baja del monte Abantos. Su presencia, además, crea bucólicos escenarios, como el del brocal de mármol.
Escultura de surtidor
Rincón del estanque de granito con una escultura de surtidor.
Espejo barroco
En esta zona del salón, el juego de texturas propone un feliz encuentro entre sencillez y sofisticación. Las cortinas neutras, de Pedro Ros, hacen que la mirada se centre en el espejo barroco, en los taburetes de cerámica oriental o en el de hierro lacado en azul, diseño de Benavides y Camino; todo en Anmoder. Los almohadones de C&C Milano, en Macarena Saiz, y la alfombra, de The Rug Company, en BSB.
Butaca con llamativo estampado
La butaca, con un llamativo estampado, es una pieza de familia que adquiere protagonismo por su colocación junto a la chimenea. En la embocadura de mármol, procedente de la tienda Lumbre, cuadro de Marina Prodan.
Mesa de madera antigua
Perfecta para añadir calidez, la mesa de madera antigua, de Anmoder, acoge una composición de piezas y esculturas que, por su disposición, aportan a la casa espontaneidad y dinamismo. Así, la obra de Marina Prodan se alza sobre dos pilas de libros.
Mesa con tapa de mármol
Los cojines, de Macarena Saiz y MCH, ponen diversidad en el sofá, de Anmoder. De esta tienda son también la mesa con tapa de mármol, el taburete de cerámica granate y la lámpara de sobremesa. El cuadro lo firma Marina Prodan y la alfombra bereber procede de BSB.
Vigas vistas pintadas en blanco
Bajo el tejado a cuatro aguas, las vigas vistas pintadas en blanco roto potencian un aire francés, fresco y relajante. También ayudan a ello la moqueta, instalada por Asan, y la alfombra de BSB. Esta habitación diáfana es una de las preferidas de los propietarios, que la han dedicado a zona de lectura y trabajo. El arreglo de ramas es de Bourguignon.
Cocina con armarios lacados en blanco
Realizada por la firma Wengué con armarios lacados en blanco y sin tiradores, prima la sensación de espacio y ligereza. La campana es de la firma Siemens. La mesa de jardín se adquirió en Becara y la vajilla, en El Almacén de Loza.
Jarrones orientales de cerámica
El comedor está abierto al recibidor y a la cocina mediante correderas. Sobre la mesa se ha situado una composición de jarrones orientales, de Anmoder. También de esta tienda es el espejo de aire industrial, en el que se refleja la escultura de Lucía Vallejo titulada Imperfections.
Silla de bambú
Elegante silla de bambú que se encontró en Anmoder da un toque de naturalidad al cuarto de baño.
Armarios con puertas mallorquinas
Este dúo domina de manera absoluta. El suelo porcelánico de Marazzi, las paredes pintadas en un matiz roto de Valentine, los visillos, de Pedro Ros, y las puertas mallorquinas de los armarios bajolavabos encuentran un sutil contraste en la encimera y el faldón de la bañera, realizados en piedra de Campaspero por la empresa V.A. e Hijos.
Dormitorio con banqueta tachonada
Un cuadro de Marina Prodan preside este espacio, equipado con una banqueta tachonada de Anmoder. La alfombra es de The Rug Company, en BSB, y la cortina y la colcha, de C&C Milano en Macarena Saiz; los cojines, con tela de Designers Guild, en MCH.
¿Qué apetece más: la casa o el jardín? Ambos, desde luego. En este caso, han ido haciéndose a la vez a lo largo de muchos años, pero es precisamente ahora, gracias a la última reforma, cuando la una y el otro se miran con más amor que nunca. La finca está situada en la ladera del monte Abantos, frente al campo de golf de La Herrería y a cinco minutos del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. En ella, Juan Selgas levantó en 1940 tres edificios independientes –casa principal, vaquería y casa auxiliar-, rodeados de un jardín con mucho encanto. Los actuales propietarios rehabilitaron totalmente las construcciones respetando su estilo arquitectónico, propio de esta zona de la sierra madrileña, con tejados de pizarra a cuatro aguas y sillares de granito y tonos ocres en las fachadas. El interior se ha redistribuido por completo para dar mayor amplitud y luminosidad a las estancias, se cambiaron todas las instalaciones de electricidad, fontanería y calefacción, y se le ha dotado de aire acondicionado y sistemas de acceso a las nuevas tecnologías.
Luis Sánchez-Merlo ha coordinado y dirigido la reforma con el asesoramiento técnico del equipo de arquitectos de Área Cuatro, de los ingenieros José Acha (industrial) y Fernando Hernando (de telecomunicaciones), y de la empresa V.A. e Hijos. Entre los elementos que se han conservado destacan el suelo de pino melis, restaurado y recolocado por Tecniparq Fuenlabrada, y las puertas de madera, recuperadas por Hayarce. En la casa principal, donde los propietarios pasan sus periodos de descanso y vacaciones, se ampliaron considerablemente la cocina, el comedor y el salón, que se abrieron, además, al jardín, que entra visualmente en los interiores y adquiere así un mayor protagonismo en todas las habitaciones. El espacio exterior se ha mimado de igual modo. Las nuevas plantaciones, el saneamiento y rehabilitación de las fuentes y pozos, y la recuperación del viejo invernadero y de elementos recientes como el cenador de hierro o el comedor al aire libre, han elevado el interés de sus bellos paseos, placitas con esculturas y rincones secretos. Puntos de contemplación y recogimiento cargados de magia y sosiego, donde es fácil sentir la naturaleza.
Ideas del proyecto El tono blanco roto elegido para pintar las paredes, suelos, carpinterías y también en las cortinas se escogió ex profeso para dar más fuerza y protagonismo al verdor del jardín que penetra por todas las ventanas. La decoración busca potenciar la sensación de espacio y la luz natural con interiores despejados y muy confortables.